domingo, 24 de abril de 2011
Un tic a la ida a la estación perdida
Nunca busco la alegría ni el bullicio, tampoco el intenso brillar del sol y de las aguas chispeantes que agradan tanto a la juventud de ahora. Ya no soy joven. Mi corazón, después de tantos años de luto por los muertos, ya no siente afición hacia el júbilo. Además, los muros de mi castillo se han derruido, todo ha sido invadido por las sombras, que son muchas y constantes; el viento frío atraviesa soplando las desmoronadas murallas almenadas. Soy amante de la quietud y la oscuridad; me apasionan las tranquilas sombras, y me gustaría hallarme solo con mis pensamientos siempre que pudiera...
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