Llovía mucho, estaba perdida en medio de aquella ciudad y no encontraba ningún taxi. Sabía que era mala idea salir sola por aquellas calles pero no me imaginaba que me fuera a perder. El ruido de los coches y de los puestos ambulantes me ahogaba y la lluvia tropical fue toda una sorpresa, lo cual empeoró la situación. La idea de ir caminado hasta el hotel era imposible, demasiadas calles cruzadas, demasiados puestos, demasiada lluvia. Estaba realmente perdida.
En la calle reinaba un absoluto caos. Los tendidos eléctricos enredados parecían estar apunto de caerse, los chispazos eran continuos emitiendo un ruido horroroso. A los viandantes autóctonos no parecía importarles en absoluto, estaban totalmente acostumbrados, su principal preocupación era apurar los últimos minutos del día para terminar sus quehaceres. Miré a lo lejos y pude contemplar un inmenso rascacielos lleno de luces y cristalinos ventanales en los cuales se reflejaban los últimos rayos de sol. Me pareció una imagen maravillosa que contrastaba a su vez con la pobreza que se vivía a tan solo unos pasos en las chabolas cerca del río. Metí la mano en mi chaqueta para sacar el móvil y llamar a Albert.
- Albert!! Tienes que ...
- Soy Marc , Albert está en la reunión del comisionado. En media hora ya está fuera.
- Podrías decirle que cuando acabe me llame.........
El teléfono comunicaba.
El bullicio en la calle no cesaba y la gente corría cada vez más por culpa de la lluvia, los empujones eran continuos, la lluvia no paraba de caer, de repente pensé en mi tierra natal en donde te acostabas lloviendo y te levantabas entre el sol y el canto del gallo madrugador..., un empujón me despertó del aletargo haciendo que la imagen se desvaneciera. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que a tres metros había un bar llamado songkhla , miré por fuera y parecía un lugar afable. Decidí entrar para resguardarme de la lluvia y esperar así la llamada que no podría tardar mucho.
Abrí la puerta de madera vieja rechinante y me adentré dentro del bar observando que la mayor parte de él estaba decorado con madera. Las lámparas irradiaban una luz amarillenta que mezclada con los tonos rojos del papel de pared, daban al habitáculo un aire tranquilo y amigable. Dentro de él había pocas personas, unas cinco viendo atentamente el televisor de plasma que estaba colgado casi a la entrada. Decidí encaminarme a pedir un té y preguntarle al camarero si me podía indicar algún número de algún taxi. Me dirijí hacia él en inglés.
- Perdone ,podría indicarme el número de algún taxi, o alguna guía ¿?
- Si claro, voy ahora mismo a por la guía, pero dudo que hoy consiga un taxi, ha habido un atentado y la mayoría de las calles en bangkok están cortadas, no se ha enterado?
Mi cara reflejaba una auténtica estupefacción, mi chaqueta empapada y mis zapatos llenos de barro parecía pesarme más. Miré hacia la televisión y las imágenes del suceso no cesaban. Me sentí caer de bruces en el suelo pero mantuve la compostura lo que pude y me senté en el taburete de la barra.
- Señora se encuentra bien?- me preguntó el camarero. ¿Quiere que le ponga algo?
Estaba totalmente atónita pero pude pronunciar la palabra té, a lo que el camarero respondió con un “ ahora mismo”. Saqué un cigarrillo y me dispuse a fumarlo. Inmersa en mis pensamientos no me di cuenta de que había dejado las bolsas encima de la barra y me propuse a quitarlas cuando de repente se desplomaron en el suelo de maqueta haciendo que se vertieran las frutas que había comprado hace unas horas.
Miré a mi lado y vi cómo un hombre de mediana estatura se precipitaba a cogerlas para meterlas en la bolsa .
- Se ha perdido? Creo que puedo ayudarla, estaba sentado al lado y no he podido evitar escuchar la conversación. Este es una ciudad peligrosa de noche y ya está anocheciendo...
Me quedé mirando fijamente al hombre, su voz me sonaba aunque su cara no me resultaba conocida.
- Señorita aquí está su té.....
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